Recuerdos del futuro

Por Jorge Martínez de León

Más de 30 años antes de que los teléfonos celulares invadieran nuestra vida cotidiana, el desopilante agente 86 nos hacía reír desde la TV con su “zapatófono”, a la medida de lo que ya estaban desarrollando en silencio, ingenieros protagonistas de la carrera espacial durante la guerra fría. Algunos comentaristas dicen hoy, cuando la incertidumbre que originó un enemigo invisible a nivel planetario nos llena de angustia, que “muchas cosas cambiaran en el futuro pero no sabemos cómo”.

Sí lo sabemos.

No perdamos el tiempo analizando el futuro. Miremos hacia el pasado para encontrar desarrollos tecnológicos que permitirán la aparición de productos y herramientas que sí nos cambiarán la vida. El libro y el periódico, como instrumentos de cultura, educación y libertad, se consolidaron dos siglos después de la aparición de la imprenta. Leonardo Da Vinci experimentó con la cámara oscura 500 años antes de la aparición del cine.

El año pasado nos acercamos a un desarrollo tecnológico que deja entrever un extraordinario futuro en la industria del espectáculo: un holograma de última tecnología y una banda en vivo permitieron ver en el escenario a María Callas en concierto, a 42 años de su fallecimiento. La diva absoluta de la ópera mundial caminaba lentamente hacia el centro del escenario y, frente al silencio asombrado de la audiencia, comenzaba a entonar un aria. El guión y la dirección de “Callas en concierto” fueron realizados por Stephen Wadsworth, quien estuviera detrás de varias de las actuaciones de Callas, incluyendo algunas realizadas en La Scala de Milán, The Met en New York o la londinense Covent Garden. Wadsworth también dirigió la obra de Broadway Master Class, del autor Terrence McNally, de la cual ella era protagonista. En la Argentina también se representó con éxito bajo la dirección de Norma Aleandro.

Yo me imagino en el living de mi casa disfrutando de alguna ópera en el Met, viendo un holograma, como si estuviera allí en la propia platea.

Esta tecnología, todavía rudimentaria, alcanzará la perfección en menos de diez años.

Bueno: ¿Me creería si le dijera 50 años?

Publicado en “Promúsica”

Desarrollo Web Efemosse